Panamá: un puente al futuro
Guillermo Castro Herrera
La noticia de que la Autoridad del
Canal de Panamá (ACP) entregó el 8 de enero a la empresa francesa Vinci Construction Grands Projets la
orden de construir el primer puente sobre la vía acuática en el sector
Atlántico pasó casi desapercibida en nuestro país. Sin embargo, tiene tanta
importancia histórica como valor simbólico, si se considera que el 9 de enero
se conmemoraba el Día de los Mártires de la lucha por nuestra soberanía.
La construcción del puente sobre el Canal en el
Atlántico facilitará, en efecto, plantear en nuevos términos la solución a una
de las contradicciones ocultas que se opone a un desarrollo sostenible de
Panamá: aquella que enfrenta la organización natural de nuestro territorio con
la organización territorial del Estado nacional. El territorio, en efecto, está
organizado en múltiples corredores interoceánicos, a lo largo de los
principales ríos que corren hacia el Atlántico y hacia el Pacífico desde
nuestra Cordillera Central. Los primeros habitantes del Istmo hicieron un uso
constante de esos corredores, sobre los cuales se asentaban sus sociedades más
avanzadas en el momento de la Conquista europea.
El Estado, en cambio, fue siendo organizado
desde el siglo XVI a partir de la decisión de concentrar el tránsito
interoceánico únicamente por el valle del Chagres, relegando al litoral
Atlántico y el Darién a la condición de fronteras interiores. Esto se combinó
con la creación de un corredor agroganadero a lo largo de la vertiente Pacífica,
entre Chepo y Chiriquí, con el fin de ofrecer soporte a la actividad de
tránsito, dando lugar a un eje de organización Este – Oeste. Ese eje segmentó
todas las cuencas de la subregión, privilegiando el uso de su sector medio para
actividades agropecuarias, y aislando entre sí sus segmentos bajo y alto, en
condición de áreas marginales.
Esta decisión limitó nuestras posibilidades de
desarrollo, y contribuyó al empobrecimiento del interior rural en ambas
vertientes del Istmo. La situación así creada se vio agravada y perpetuada,
después, por el Tratado Hay – Buneau Varilla de 1903, que vedaba a Panamá crear
vías de comunicación interoceánica alternas al Canal, y establecía una Zona del
Canal bajo control extranjero, que dividía en dos al territorio panameño y
acentuaba su desarticulación funcional.
Todo ello empezó a revertirse a partir de la
ejecución de los Tratados Torrijos – Carter, entre 1979 y 1999, que liquidaron
la Zona del Canal y transfirieron la administración del Canal del Estado
norteamericano al panameño. La construcción del puente sobre el Canal en el
lado Atlántico hace parte de ese proceso de reordenamiento territorial y tendrá
consecuencias de gran importancia para nuestro futuro. Esas consecuencias
incluyen, por ejemplo:
1. Re – establecer las vías de
comunicación indígenas entre la cuenca del río Coclé del Norte en el Atlántico,
y las del Zaratí y el Coclé, en el Pacífico. Esto hará de Colón el principal
puerto de Penonomé en el Atlántico, facilitará el desarrollo minero del
distrito de Donoso, y el desarrollo turístico y agropecuario de la vertiente
Nor – Atlántica de la región del Valle de Antón.
2. Re – establecer las vías de
comunicación indígenas entre las cuencas del río Chagres y la del río Indio,
vinculando a Colón con La Chorrera a lo largo de la ribera Occidental del lago
Gatún.
3. Abrir al desarrollo
turístico de alto costo la Costa Abajo de Colón, desde Sherman hasta la boca
del río Belén.
4. Facilitar la construcción
de una carretera Colón – Bocas del Toro, con un empalme hacia Veraguas por la
vía Calovébora – Cañazas, y otro a Chiriquí por la vía Rambala – Gualaca.
5. Facilitar el movimiento de
mercancías desde y hacia Centro América por vía de Guabito y, eventualmente,
6. Facilitar la vinculación
física entre Colón y la región Atlántica de Colombia.
La
ACP, añade el despacho de EFE, “adjudicó la licitación del nuevo puente de
acuerdo con la Ley que aprueba la ampliación de la vía interoceánica mediante
la construcción de un tercer juego de esclusas y que dispone la edificación de
este cruce de vehículos en el sector Atlántico que comunique ambas riberas del
Canal. Este cruce contribuirá al desarrollo de la provincia de Colón, señala el
comunicado.” En realidad, como vemos, se trata de mucho más que eso, aunque
ninguna autoridad estatal ha presentado una visión de conjunto sobre las
implicaciones de esta decisión para el futuro del país.
El
abordaje de esas implicaciones, si llega a ocurrir, será el producto de la
iniciativa de las organizaciones sociales, culturales y políticas de Panamá, y
pondrá a prueba lo mucho que ignoramos los panameños sobre la historia, la
geografía y las opciones de futuro de nuestro país. No hay certeza de que esto
ocurra. Debe haber certeza, en cambio, de que una inversión de ese monto y
trascendencia haya sido ya objeto de consideración y decisiones por parte de
los sectores económicos dominantes en Panamá. Las consecuencias que se deriven
de la inacción de unos y la iniciativa de los otros se verán con toda claridad
en el curso de los años por venir.
Panamá, 10 de enero de 2013.
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